Una Flor para tu Tumba

Luis Omar Martínez Larios

Pintura

Pintura al óleo
80x80 cm

El amanecer parecía pintado con las mismas manos que la soñaban.
Ella se sentó al borde del silencio, con una flor blanca entre los dedos. El aire olía a despedida, y el horizonte, teñido de dorado y rosa, parecía disolverse como un recuerdo que no quiere irse.

La figura rojiza frente a ella —una roca, una sombra, o quizás lo que quedaba de un amor— ardía suavemente, respirando todavía. No lloraba, no hablaba. Solo dejaba que el viento le arrancara los últimos pétalos del alma.

Ella levantó la flor y la dejó flotar sobre el agua luminosa.
“Que la corriente te lleve”, murmuró.
Y mientras los pájaros dibujaban un círculo en el cielo, comprendió que aquella ofrenda no era solo para quien había partido… sino para la parte de sí misma que se iba con él.

El paisaje la envolvió en su calma. El día siguió, pero ella quedó allí, suspendida entre la vida y el recuerdo, floreciendo en la quietud de su propio adiós.