Luz de Milagritos

Alejandra Castañeda Gutiérrez

En esta obra contemporánea,  utilizo el poderoso simbolismo de un corazón rojo para anclar la composición, creando un punto focal cargado de emoción y espiritualidad. Este corazón no es simplemente un icono, sino una representación vibrante y vital de la devoción y la pasión, características que resuenan profundamente en la tradición cultural y espiritual de México. El rojo del corazón, intenso y apasionado, parece irradiar energía, como si cada fibra de su textura estuviera imbuida con la esencia misma de la vida y la fe.

Rodeando y fluyendo desde el corazón, se perciben destellos de luz dorada y plateada que iluminan la parte inferior de la obra. Estos destellos no solo aportan dinamismo visual, sino que también evocan un sentido de lo sagrado, representando la luz divina que conecta lo terrenal con lo celestial. El dorado y el plateado, usados en contraste y en armonía, sugieren la presencia de lo divino en lo cotidiano, una característica intrínseca de la tradición de los milagritos, donde lo pequeño y lo humilde se convierte en un canal de comunicación con lo divino.

Encima del corazón, un ángel con majestuosas alas doradas se despliega, emanando una sensación de protección y trascendencia. El dorado de las alas no solo realza la figura del ángel, sino que también lo conecta directamente con el ámbito de lo sagrado, haciéndolo brillar con una luz que parece venir de otro mundo. La postura del ángel, con sus alas abiertas, sugiere un abrazo protector, un gesto que invita al espectador a sentir la presencia de lo divino en un acto de consuelo y amparo.

La textura juega un papel fundamental en esta pintura, con cada trazo y cada capa de color añadiendo profundidad y dimensión. Esta textura no solo es visual, sino que sugiere una calidad táctil, invitando al espectador a imaginar el relieve de cada detalle, desde los pliegues de las alas del ángel hasta los surcos en el corazón. Esta textura rica y palpable es un eco visual de los milagritos, esos pequeños objetos devocionales que, con su relieve y detalle, son testimonio de promesas y oraciones personales.

La obra, en su totalidad, no solo es una representación de figuras religiosas, sino una celebración de la tradición mexicana de los milagritos. Cada destello de dorado y plateado, cada línea y textura, resuena con las historias de fe, esperanza y devoción que los milagritos simbolizan. En este sentido, la pintura se convierte en una experiencia inmersiva, donde la modernidad del arte contemporáneo se encuentra con la rica herencia de la devoción popular, ofreciendo al espectador una ventana a la intersección de lo espiritual y lo artístico.

Mixta sobre tela

100 x 100 cm

Pintura óleo sobre tela