Colección: Roberto del Castillo Velasco Monroy

Roberto del Castillo Velasco Monroy

Nacido en la Ciudad de México un 2 de julio de 1997, la trayectoria de Roberto del Castillo Velasco Monroy comienza desde la infancia temprana, evidenciada por una ávida sed de expresión pictórica reflejada en las paredes de su casa. Devorando papel y muros, lleva su expresión artística a las calles de su ciudad natal, dónde en el 2006 explora los hostiles caminos del arte urbano y el grafiti. Cobijado por la noche, el artista, fomentado por escandalosas noticias relacionadas con la Guerra contra el narcotráfico y el aislamiento genera un gran deseo por expresar la belleza existente en un mundo tremendamente decaído y oxidado por la sangre.
Después de navegar por múltiples etapas empíricas, tales como el modelado de piezas en 3D, la creación de caracteres, caricaturas y el widstyle, en el 2013 el artista ingresa al Centroconservación de la Ciudad de México para tomar diversos talleres de grabado, escultura e historia del arte. El enriquecimiento de los temas y las técnicas lo llevan a adentrarse mucho más en el mundo de la pintura en caballete y el manejo de tintas en papel destacando temas como: la psicología humana y la locura; la belleza y la muerte; crítica social e hitos de las culturas y las religiones.
Llegado el 2016, Roberto del Castillo Velasco Monroy ingresa a la licenciatura en arquitectura, siendo su motor principal la obtención de nuevos conocimientos y herramientas que contribuyan al perfeccionamiento de su proceso creativo pictórico, es aquí que, se puede apreciar la enfatización en la composición, el uso de la geometría y los remates visuales distintivos; además de la enfatización en el uso de una paleta de tonos tierra, mismos que es bien sabido envejecen mucho más lento.
La obra de este artista nos lleva por un mar de sentimientos, donde las olas del horror y la crudeza de la realidad choca con la belleza de una composición extraordinaria acompañada de iluminaciones precisas y una colorimetría sorprendentemente acogedora que nos recuerda que de la obscuridad nace la luz de las emociones.

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