Lola Picó
Artista Autodidacta
Nacida en Barcelona, Lola Picó ha dedicado más de 30 años al desarrollo de su capacidad creativa, expresándose con libertad a través de distintas formas artísticas. Su carrera comenzó en Barcelona, donde trabajó durante años como maquillista en moda, publicidad, televisión y cine, especializándose en efectos especiales.
Hace tres décadas se estableció en México, entregándose por completo a la pintura. Durante veinte años vivió en San Miguel de Allende, donde fundó un estudio ShowRoom y fue socia de la galería de arte "Magenta". Por algunos años, Lola fue representada por el curador Edgar Mizraji, realizando diversas exposiciones en diferentes ciudades de México.
Sus obras se han presentado en ciudades como Valle de Bravo, Ciudad de México, Dolores Hidalgo, Querétaro, San Miguel de Allende, Guadalajara, Ajijic… entre otras. A nivel internacional, ha expuesto en países como Estados Unidos (Miami), Italia (Venecia), Suiza (Zúrich), además de contar con presencia en colecciones privadas en Canadá, Perú, Puerto Rico, España, Argentina, Holanda, Suecia y México.
Del 2022 al 2024 fue representada por la galería de arte 1819 de Madrid.
Actualmente, Lola continúa desarrollando nuevas series y tiene diversas exposiciones en puerta, consolidando una trayectoria que sigue creciendo con fuerza y autenticidad.
Abstración Consciente
El arte de Lola Picò
Profundizar en lo intangible no es tarea fácil. Para abstraerse primero hay que experimentar en la materia para plasmarla con maestría e intención. Lola Picó corresponde en sus lienzos a una traducción del sentir llevada a la superficie de su obra.
Texturas y paleta que se encuentran sobre la sólida base del sentir. Algunos símbolos elegante y sutilmente se introducen en muchas de sus piezas para hablarnos aun más de aquello que se está traduciendo desde el alma.
Sobre su trabajo podemos observar una evolución constante en sus materiales y paletas sin dejar de lado su muy particular acento.
Picó lleva su instinto artístico desarrollado por años de experiencia ahora con grandes resultados en su carrera con invitaciones a presentaciones internacionales.
La alquímica plástica de la artista nos lleva a replantearnos nuestro sentir frente al arte y a reflexionar el valor que tiene en nuestras vidas.
Viviana Trolle
Curador.
Desde su aparición en las vanguardias, el gran temor del arte abstracto ha sido
quedar reducido a una mera abstracción, a una “abstracción sin contenido”
(“contenles abstraction”).
De manera que la gran cuestión que urge abordar -como perfectamente resumió W. J. T. Mitchell- es cómo una pintura sin objetos representados puede tener un tema, o, formulado en otros términos, cómo las puras formas de la pintura sobre el lienzo son capaces de decir algo. La producción de Lola Picó constituye, en este sentido, un afortunado intento de vincular la dimensión formal de lo pictórico con un contenido que la enraíce en un significado específico y la libre así de sumirse en el abismo del simple decoro. Sus obras abstractas evidencian un poderoso empuje representacional que las remite al paisaje.
La pregunta, a este respecto, que se deriva de esta afirmación cae por su propio peso:
¿De qué manera el lenguaje abstracto y el paisaje se relacionan en la obra de Lola
Picó? Evidentemente, la simple elección de un vocabulario abstracto implica una
aproximación a la realidad por vías alternativas a las de lo figurativo. Lo reconocible
visualmente del paisaje desaparece para priorizarse lo tangible -esto es sus
texturas-.
Picó opera, en cada una de sus obras, un ejercicio de reducción por el que
el mundo exterior se funde en la dimensión matérica de lo pictórico, entregándonos
así paisajes de una concreción abrumadora. La mirada adquiere, por este motivo, un
sentido háptico que le permite experimentar hasta el más mínimo detalle de la
materia. Pero, frente al temperamento volcánico de algunos informalismos y expresionismos, las abstracciones de Lola Picó se construyen a partir de una economía de medios que define estados de ánimo presididos por la calma y la serenidad.
A su particular talento para desenvolverse en gamas cromáticas reducidas -blancos y negros-, la autora suma su preferencia por un sistema de composición a base de bandas
horizontales que cristalizan una atmósfera de quietud. El resultado, por lo general,
son obras austeras y de una enorme elegancia, que exprimen al máximo cada uno de
los sintagmas formales empleados. El potencial expresivo de las texturas convierte
cada uno de los paisajes “representados” en una suerte de aforismo pictórico: se
requiere de una mínima inversión formal para lograr un gran despliegue expresivo.
Los “paisajes de mínimos” de Picó multiplican la experiencia estética del
espectador.
PEDRO ALBERTO CRUZ SANCHEZ
COMISARIO
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