Colección: Kristian Rangel Vallari

Kristian Rangel Vallari

Soy artista y diseñador gráfico, formado en la Rhode Island School of Design (RISD), institución referente en arte y diseño a nivel internacional. Mi práctica artística
se nutre de la intersección entre disciplinas, explorando tanto lo analógico como lo digital, lo matérico y lo conceptual. A partir de esa base, mi obra ha evolucionado hacia un lenguaje visual propio que integra dibujo, pintura, escultura, fotografía y performance.
La imaginación, fusionada con la vida, los viajes y los sueños, es el motor de mi trabajo: un diario visual, una máquina del tiempo y un espejo de sentimientos y
pensamientos. Cada pieza es un diálogo intrincado entre el caos y el orden, entre la visión espontánea y la ejecución precisa.
Mi camino artístico comenzó con la precisión silenciosa del dibujo a lápiz —mis primeras obras maestras tras graduarme de la escuela de arte—. Estas piezas
iniciales me anclaron en la observación, la paciencia y la disciplina de construir forma a través de la aplicación de la línea y la sombra. A partir de ahí descubrí el
scratchboard, un medio que sentí como el inverso del dibujo: quitar en lugar de añadir, tallar la oscuridad para revelar la luz. Esa dualidad —sumar y restar— se
convirtió en el fundamento de mi enfoque.
El scratchboard evolucionó hacia la pluma y tinta, donde la línea se volvió mi lenguaje, y más adelante hacia intrincadas pinturas acrílicas sobre madera, en las
que textura, forma y color convergen con intensidad deliberada.
En paralelo a mi trabajo en tinta, comencé a explorar el arte digital —originalmente como parte de una visión de traducir mis diseños a textiles—. Aunque esa
aplicación sigue siendo un proyecto activo, este camino pronto se expandió en una serie de piezas digitales autónomas que fusionan la precisión del trazo manual
con las posibilidades infinitas de la pantalla. A menudo enraizadas en mundos oníricos o fantásticos, estas obras canalizan la misma imaginación que alimenta
mis pinturas, llevando al espectador a escenas tanto surrealistas como intencionales —y siempre profundamente personales. Cada pieza contiene huellas de mi
mundo interior, capas en composiciones que invitan a la reflexión y a la conexión. El arte digital también se cruza con mi oficio profesional como diseñador gráfico,
donde la claridad visual, la composición y la narrativa son fuerzas constantes que guían mi práctica. Aunque distinto de mi obra de arte, este trabajo sigue siendo
una faceta importante de mi portafolio creativo, reflejando la adaptabilidad de mi lenguaje visual a través de medios diversos.
Más allá de lo bidimensional, esculpo corazones —vasijas simbólicas de emoción y conexión, cada pieza una meditación tangible sobre el amor, la resiliencia y la
condición humana.
La fotografía es otro hilo vital en mi práctica, nacido de mi pasión por viajar. A través de mi lente, capturo formas arquitectónicas, texturas, patrones, luz e historias
humanas —fragmentos visuales que a menudo influyen en mi trabajo de estudio. Para mí, la ciudad se convierte en un escenario y un campo de juego, un espacio
donde lo cotidiano se transforma en composición y descubrimiento.
Uno de mis proyectos más personales y en curso es De Manos, una performance global de equilibrio y fuerza. Desde su inicio, lo que comenzó como un acto
creativo se transformó en una declaración visual y social. Cada imagen explora el espacio, la simetría y la forma, situando al cuerpo —invertido, en parado de
manos— en lugares icónicos o simbólicos de diferentes culturas. La parada de manos representa mi convicción de que nuestro mundo actual está al revés, pero
también ofrece una invitación a “Dar a la Tierra una Nueva Perspectiva”. A través de este gesto, busco alentar un despertar colectivo hacia un futuro mejor y más
consciente.
En el núcleo de todos estos medios yace mi teoría personal del “Equilibrio Caótico”: la fusión equitativa entre el desorden y la armonía. Da forma a cómo
construyo composiciones, resuelvo tensiones visuales y guío la mirada del espectador. Aunque mis reglas evolucionan con cada obra, el principio fundacional
permanece: la belleza existe en el punto exacto donde el caos y el equilibrio se encuentran.
A través de la pintura, la escultura, la fotografía, las obras digitales y la performance, mi arte busca capturar ese momento preciso: cuando el movimiento se
convierte en quietud, y la quietud cobra vida

 

 

 

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