El hilo principal del lenguaje que narró esta curaduría, fue la simbología y la introspección. Cada obra significó un umbral hacia lo invisible, un gesto que invito a mirar más allá de lo evidente para adentrarse en lo profundo del alma y del espíritu.
Los colores, lo abstracto y el simbolismo de las formas se convierten en puentes de interpretación, en caminos que abren posibilidades de lectura y resonancia personal.
En conjunto, esta selección se erigió a sí misma como un espacio de contemplación y encuentro, donde la imaginación, lo sensible y lo mágica se abrazaron en un diálogo atemporal.